Vayikrá - (Y Él llamó)
Parashá: Vayikrá (Y Él llamó)
Lectura de la Torá: Levítico 1:1-5:26
Lectura profética: Isaías 43:21-44:23
“La naturaleza de una relación redentora con Dios”
En la porción de la Torá de esta semana, Moisés enseña acerca de los diversos sacrificios que se ofrecían primero en el Tabernáculo y luego en el Templo. Uno de estos sacrificios se llamaba “sacrificio por el pecado”. Es importante señalar que el sacrificio por el pecado era solo para quien pecó sin intención. Para quien pecó, sabiendo de antemano que tal conducta era contraria a la voluntad de HaShem, el
sacrificio por el pecado no servía para nada. ¿Qué expiaba tal pecado? La respuesta es el sacrificio de Yom Kippur (Día de la Expiación).
Según la tradición, basada en Lev. 16:34 (… para expiar todos los pecados de los hijos de Israel una vez al año …) el sacrificio de Yom Kippur cubría los pecados de una persona, Todos los pecados, incluidos los pecados intencionales, desde un Yom Kippur hasta el siguiente.
La pregunta que debe hacerse es ¿por qué la Torá parece ser más indulgente con los pecados intencionales en comparación con los
pecados no intencionales? La razón humana esperaría lo contrario. La respuesta es que la Torá enfatizó deliberadamente el sacrificio en el que el pueblo no tenía ningún papel en la ofrenda, sino que más bien eran solo receptores, para manifestarle al pueblo el poder y el resultado de la gracia de Dios.
En el pasaje profético que acompaña a la lectura de la Torá, Isaías enfatiza que el pueblo no estaba preocupado por traer ante HaShem las diversas ofrendas que Él ordenó. En esta sección, Dios se revela de una manera muy elocuente:
“Yo, Yo Soy el que borro tus rebeliones por amor de Mí, y no Me acordaré de tus pecados.” Isaías 43:25
El hecho de que uno pueda ofrecer un sacrificio no significa que deba pensar que ha obtenido la expiación por medio de este acto. El animal que se mata simplemente nos recuerda las consecuencias del pecado, es decir, la muerte. Además de esto, la sangre que se coloca sobre el altar revela que es sangre necesaria para expiar el pecado. Pero una vez más, no es la sangre de este animal la que trata el problema del pecado. Más bien, esta sangre solo señala la sangre del Mesías Yeshúa, cuya muerte y sangre obtuvieron en nombre de los creyentes la redención eterna. La suficiencia de la muerte del Mesías se revela claramente en el libro de Hebreos:
“Pero éste ofreció por los pecados un sacrificio suficiente para siempre; luego se sentó a la diestra de Dios.” Hebreos 10:12
Una frase muy importante en este pasaje es εἰς τὸ διηνεκὲς. Literalmente significa “para siempre”. Yo lo traduje, “suficiente para todos los tiempos”. Las implicaciones de este versículo es que la muerte de Yeshúa en el madero logra para el creyente la redención eterna y ahora Él se sienta a la diestra de Dios el Padre para interceder por nosotros. ¿Cuál es la relación entre la primera mitad de este versículo y la segunda mitad?
La respuesta es que sólo a través de una relación redentora con Dios, puede el creyente orar de una manera que su vida refleje los
propósitos de HaShem. Es importante que uno recuerde que un aspecto de la obra de Yeshúa es transformar la vida de oración del creyente, enfatizando una vez más la importancia y la necesidad de la oración.
Dr. Baruch Korman – 4 de Abril, 2025.