¿Te has sentido desanimado alguna vez? Todos atravesamos momentos en los que nuestra fuerza emocional parece agotarse y la presión de la vida nos empuja hacia la desesperanza. Sin embargo, la Escritura nos ofrece un recurso poderoso y seguro para enfrentar esos tiempos: la verdad revelada en el Salmo 34.
En este estudio descubrimos que el desánimo no se derrota solo con buenas intenciones o palabras de ánimo. No basta que alguien nos diga “No te desanimes”. Lo que realmente transforma el corazón es mirar la fidelidad de D-os y recordar las promesas que Él nos ha dado en Su Palabra.
El rey David escribió este salmo en uno de los momentos más humillantes y dolorosos de su vida. Perseguido por Saúl, rechazado por muchos de sus propios compatriotas, y obligado incluso a fingir locura frente a un rey enemigo para salvar su vida, David tenía razones de sobra para caer en el desánimo. Sin embargo, desde ese lugar oscuro surge una declaración poderosa:
“Bendeciré al Se-or en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.”
David comprendió que cuando nuestra boca se abre para alabar, nuestro espíritu se abre para recibir dirección, fuerza, iluminación y victoria. La alabanza trae la presencia de D-os a nuestras circunstancias y convierte el desánimo en esperanza activa.
El Salmo 34 nos enseña que:
- D-os escucha el clamor de los afligidos.
- El ángel del Se-or acampa alrededor de los que le temen.
- D-os libera de los terrores, de las angustias y de los ataques del enemigo.
- Aquellos que buscan al Se-or “no carecerán de ningún bien”.
- La justicia y la paz se persiguen activamente: apartándonos del mal y haciendo el bien.
- El Se-or redime a los que confían en Él y ningún culpable será contado entre Sus hijos.
La victoria para el creyente no es un deseo incierto, sino una realidad prometida. Aun cuando no veamos resultados inmediatos, D-os ya está obrando para librarnos, fortalecernos y prepararnos para un futuro de bendición.
Si estás pasando por un tiempo difícil, recuerda esta verdad:
El desánimo se desvanece cuando volvemos nuestra mirada al Se-or, declaramos Su grandeza y confiamos en Su fidelidad eterna.
Shalom desde Israel.
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